A veces parece que sí. Que todo se alinea para volver donde una vez fuiste feliz. Que hay algo romántico en retomar lo que fue. Pero en psicología sabemos que esto, más que amor, suele ser apego no resuelto.
La historia de Van Gogh, cortándose la oreja por amor. La vuelta de Amaia a La Oreja de Van Gogh. La ruptura de Leyre y su disco reivindicativo. Todo eso habla de duelos, de heridas y de patrones emocionales que se repiten si no se trabajan.
Muchas personas creen que sanar es volver al punto de partida. Pero en realidad, volver no siempre cierra nada. A veces solo abre de nuevo una puerta que necesitaba estar cerrada.
En consulta lo vemos a menudo: mujeres que dicen “ya lo superé” pero siguen revisando su perfil, soñando con reencuentros, justificando lo injustificable. Y lo hacen sin maldad. Lo hacen porque nadie les enseñó a cerrar un duelo de verdad.
Y es que:
Sanar no es olvidar. Es resignificar. Es poder mirar atrás sin dolor. Es saber que eso que pasó te transformó, pero no te define. Y para lograrlo, hay que hacer un trabajo profundo, guiado, consciente.
Ese trabajo se basa en 3 pasos esenciales:
No se trata de censurar el recuerdo. Se trata de que deje de gobernarte. De que dejes de tararear canciones que ya no te representan.
Volver con tu ex puede parecer cerrar el círculo, pero a veces solo es volver a abrir la herida.
Si estás lista para dejar de repetir historias que ya no son tuyas, podemos trabajar juntas. Mi enfoque combina psicología positiva, neurociencia y acompañamiento terapéutico. La primera sesión de orientación tiene un valor de 25€, y puede ser el principio de una vida emocional más libre.