En la agitada ciudad que es nuestra mente, la bandeja de entrada del email se yergue como un rascacielos intimidante. Las luces parpadeantes de los correos no leídos son ventanas que esconden miradas acusadoras. ¿Y si nos enfrentáramos a ese edificio, piso por piso?
La terapia de exposición es ese acto de audacia. No es necesario un arnés ni un casco; sólo la voluntad de enfrentar lo que tememos. A cada click, a cada lectura, subimos un nivel, y con el tiempo, el gigante de acero y cristal se vuelve menos amenazante.
No es el vértigo de las alturas lo que nos atormenta, sino el cúmulo de tareas pendientes y el eco de conversaciones no atendidas. La ansiedad, ese sentimiento paralizante, se asemeja a la sensación que uno tendría al borde de un precipicio.
¿Y si, en lugar de ver a ese edificio como una amenaza, comenzáramos a verlo como una oportunidad? Una ocasión para enfrentar nuestros miedos, para conquistar nuestros temores, piso por piso. Después de todo, no es el rascacielos lo que cambia, sino nuestra percepción de él.
Entonces, si sientes que tu bandeja de entrada te supera, recuerda que no estás solo en esta escalada. Y con cada correo enfrentado, cada tarea completada, te acercas un poco más a la cima. Ahí arriba, la vista es increíble.
Si estás bien, pero quieres estar mejor. www.fatimaizquierdo.com