Viajar nos gusta a todas. Desconectar, descubrir lugares nuevos, cambiar de aires. Pero cuando el cuerpo lo pide cada mes, cada fin de semana, incluso entre semana… tal vez el problema no sea el estrés. Tal vez el problema esté en casa.
Muchas mujeres me lo dicen en consulta: “Necesitaba salir de allí.” Y no se refieren al trabajo. Se refieren a su hogar.
A esa casa donde hay tensión acumulada, silencios incómodos, rincones que agotan, zonas que se esquivan. Donde todo funciona… pero nada reconforta.
El hogar, cuando no está bien diseñado ni emocional ni físicamente, se convierte en un lugar de paso. Un sitio donde duermes, te duchas, comes… y te escapas en cuanto puedes.
Claro que es sano viajar. Pero cuando el viaje se convierte en rutina, en necesidad, en respiro vital… hay algo más profundo ocurriendo.
Y suele tener que ver con esto: Tu casa no te cuida. Solo te contiene.
La Psicología Positiva nos recuerda que el bienestar no es la ausencia de problemas, sino la presencia activa de aquello que nos equilibra. Y el hogar, lejos de ser un simple techo, debería ser un refugio emocional.
Si no lo es, tu sistema nervioso lo nota. Y tu maleta también.
¿Te ha pasado alguna de estas cosas?
Esto no es casualidad.
La neuroarquitectura ha demostrado que el entorno físico afecta directamente a nuestras emociones, productividad y descanso. Colores, disposición del mobiliario, texturas, niveles de luz natural, altura del techo, presencia o ausencia de naturaleza… todo influye.
Y todo puede trabajarse.
Muchas veces creemos que la solución está en hacer obras o buscar otra vivienda. Pero no se trata de cambiar de dirección postal, sino de empezar a habitar tu hogar de una manera más consciente, más amable y más saludable.
Desde mi enfoque como psicóloga, aplico herramientas de Psicología Positiva y Neuroarquitectura para ayudarte a detectar:
No hace falta tirar tabiques. A veces basta con cambiar un sofá de sitio. O repensar la luz del dormitorio. O trabajar contigo lo que esa habitación representa emocionalmente.
Marta, 39 años, madre de dos niñas. Ejecutiva de alto nivel. Vivía a las afueras, en una casa preciosa. Pero cada viernes por la tarde, salía con ansiedad buscando dónde pasar el fin de semana. Hacía años que no pasaba un domingo entero en su casa.
En consulta descubrimos que el salón la sobreestimulaba (colores fríos, demasiado ruido, pantallas encendidas todo el día) y que su dormitorio no la invitaba al descanso (una decoración heredada, sin presencia personal).
Trabajamos juntas, hicimos pequeños ajustes, y sobre todo: entendió qué emociones estaban asociadas a esos espacios.
Hoy, Marta sigue viajando. Pero ya no huye.
No es malo viajar. Lo preocupante es no querer volver.
Si sientes que tu casa te pesa más de lo que te acoge… Si vives pendiente del próximo destino para poder respirar… Tal vez sea momento de mirar hacia dentro.
Y no solo dentro de ti. También dentro de tu casa.
Desde la psicología positiva y con una mirada sensible al entorno, puedo ayudarte a reconciliarte con tu espacio… y contigo misma.
Reserva tu primera sesión de orientación por 25 € aquí: www.fatimaizquierdo.com