Por qué las vacaciones no te relajan (y cómo empezar a descansar de verdad)

Por qué las vacaciones no te relajan (y cómo empezar a descansar de verdad)

Cuando desconectar cuesta más de lo que parece

Muchas personas esperan las vacaciones como si fueran una medicina milagrosa. Pero cuando llegan, descubren algo desconcertante: les cuesta días empezar a descansar de verdad.

No es casualidad. Según estudios en neurociencia aplicada al estrés, el cerebro necesita entre cinco y siete días de desconexión sostenida para reducir los niveles de cortisol —la hormona del estrés— y permitir una recuperación real.

Eso significa que si tus vacaciones duran diez días… puede que solo descanses tres. Y a veces, ni eso.

No estás sola. Esto es más común de lo que parece, sobre todo entre mujeres que han vivido muchos meses seguidos cuidando de otros, resolviendo problemas ajenos, priorizando lo urgente y dejando su bienestar en lista de espera.

El falso descanso: cuando escapamos, no descansamos

Si durante el año vives en tensión constante, tus vacaciones no son descanso: son escape. Y eso no es descanso emocional. Es anestesia temporal.

Hay señales claras de que lo que estás viviendo no es un verdadero descanso:

  • Te cuesta varios días dejar de pensar en trabajo o responsabilidades.
  • Incluso en la playa, sigues sintiendo ansiedad o inquietud.
  • Te invade la culpa si no haces “algo útil” durante las vacaciones.
  • Sientes que en cuanto vuelvas, todo volverá a ser igual o peor.

Este patrón no se arregla cambiando de ciudad o reservando un hotel más caro. Porque el problema no es el lugar: es el sistema interno que has construido para sobrevivir el resto del año.

El descanso real no empieza fuera. Empieza dentro.

¿Y si el verdadero lujo no fuera desconectar… sino no tener que hacerlo?

El mejor indicador de bienestar no es lo mucho que disfrutas tus vacaciones, sino lo poco que las necesitas para volver a sentirte tú.

Cuando una vida está bien diseñada emocionalmente, no necesitas escapar de ella para sentirte libre. Porque no pesa. No agota. No duele.

Esto no quiere decir que renuncies a las vacaciones. Al contrario: significa que puedes disfrutarlas sin tener que usarlas como salvavidas.

Para llegar a ese punto, muchas mujeres como tú han decidido dejar de conformarse con “estar bien”. Porque ese “bien” a menudo esconde un agotamiento normalizado. Una tristeza funcional. Una desconexión interior que nadie ve, pero que lo invade todo.

El proceso de cambio no ocurre por arte de magia. Pero sí puede empezar con un primer paso consciente. Un espacio que te ayude a identificar qué partes de tu vida te drenan, qué pensamientos te arrastran, y cómo empezar a recuperar tu energía —sin culpa y sin necesidad de romper con todo.

Ese trabajo interior no es autoayuda. Es ciencia. Es acompañamiento psicológico real. Y puede ser la diferencia entre vivir de descanso en descanso… o vivir bien cada día.


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Fátima Izquierdo. 2025

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