La idea de que la aventura y la curiosidad son esenciales para el bienestar mental es quizás una de las más infravaloradas. Al sumergirse en esta noción, uno podría encontrar la clave para una vida psicológicamente rica, una faceta del bienestar que se extiende más allá de la simple felicidad o sentido de la vida.

El explorador Martin Frey, cuya vida de alta aventura contrasta con los años pasados en casa durante la pandemia, nos deja con una pregunta: ¿puede la búsqueda de desafíos extremos contribuir a nuestro bienestar? A menudo, nuestras aventuras más memorables incluyen momentos de incertidumbre que, aunque desagradables en su momento, agregan una capa extra de riqueza psicológica a nuestras vidas.

Desde Aristóteles, la noción de bienestar se ha dividido en dos tipos: hedónico, que busca la felicidad, y eudaimónico, que busca un sentido en la vida. Pero la obra del Dr. Shigehiro Oishi nos presenta una tercera dimensión: la de una vida psicológicamente rica, llena de cambios de perspectiva y aprendizaje constante.

Tales vidas suelen tener grandes historias para contar y a menudo terminan siendo más sabias debido a la variedad de experiencias que contienen.

Una vida psicológicamente rica no tiene por qué ser aventurera; incluso la lectura de literatura de calidad o el escuchar historias de otros pueden proporcionar cambios significativos en la perspectiva y un enriquecimiento de la vida mental. Como señala Oishi, la apertura a nuevas experiencias, la extraversión y los bajos niveles de neuroticismo son predictores de una vida psicológicamente rica.

Así que, ¿por qué no empezar a ver nuestras vidas a través de esta lente multidimensional? Podría ser una forma de arrojar nueva luz sobre el concepto de bienestar mental y, tal vez, de enriquecer nuestras vidas en el proceso.

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