La luz, esencial en la neuroarquitectura, juega un papel fundamental en nuestro bienestar físico y emocional. Según Rita Gasalla, CEO de Galöw Arquitectura Saludable, una buena iluminación debe satisfacer nuestras necesidades visuales, biológicas y emocionales. Este equilibrio entre luz natural y artificial no solo cumple una función estética y funcional sino también impacta profundamente en nuestra salud mental.
Luz Natural y Bienestar
La importancia de la luz natural trasciende lo visible. Múltiples estudios confirman que una exposición adecuada a la luz diurna disminuye el riesgo de trastornos mentales. Por otro lado, una iluminación nocturna excesiva puede tener efectos adversos. Así, la neuroarquitectura pone énfasis en el ciclo luz/oscuridad, fundamental para regular nuestros ritmos circadianos y, por ende, nuestro estado de ánimo y bienestar mental.
Iluminación y Espacios
Al diseñar espacios, los expertos en neuroarquitectura consideran la ubicación, orientación y el efecto del sol en cada estancia para optimizar el bienestar y rendimiento. Además, la iluminación artificial juega un papel crucial en complementar la luz natural, especialmente en áreas como dormitorios y salones, donde se busca favorecer el descanso y actividades diarias.
Iluminación Biodinámica
La neuroarquitectura apuesta por la iluminación biodinámica, que imita las características de la luz solar. Esta forma de iluminación adapta su color e intensidad a lo largo del día, contribuyendo significativamente al bienestar de las personas al sincronizar nuestros ritmos biológicos.
Retos y Consideraciones
Sin embargo, existe el desafío de incorporar tecnología avanzada en iluminación, ya que muchas luminarias actuales no regulan adecuadamente la temperatura de color ni reproducen fielmente el ciclo natural de la luz. Así, se busca un equilibrio entre estética, funcionalidad y salud.
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