Vivir entre nubes grises podría considerarse un deporte olímpico de nuestra época. Pero, qué pasaría si pudiéramos intercambiar ese cielo plomizo por uno azul radiante, no solo en lo exterior, sino también en el lienzo de nuestra mente. Aquí entra en juego la psicología positiva y, en particular, el poder del optimismo.
El optimismo, ese estado mental tan esquivo, se traduce en una expectativa generalizada de que los resultados serán favorables. Pero no se trata de un optimismo ciego que ignora la realidad; es un optimismo informado, que se ancla en la evidencia y que, curiosamente, nos prepara mejor para afrontar adversidades.
Psicología de espacios y diseño interior para fomentar el optimismo
Imaginemos un rincón de nuestro hogar dispuesto para la felicidad, un espacio diseñado para inspirar optimismo. Las paredes, pintadas de tonos que nos remiten a días soleados; la disposición de los muebles, invitando al diálogo y la apertura. La decoración de nuestro entorno puede influir notablemente en nuestra mentalidad, permitiéndonos cultivar la esperanza y la positividad en cada resquicio.
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