Cuidarte no es un lujo.
Es supervivencia emocional.

Y sin embargo, muchas mujeres se sienten culpables por parar, por poner límites, por descansar.
Como si hacerlo las volviera menos valiosas.

Pero… ¿qué pasa cuando ya no puedes más?

El triángulo del desgaste emocional

Hay tres perfiles muy comunes en la vida adulta.

• Egoísta funcional: se cuida, se prioriza y, sin quererlo, también ayuda a los demás.

• Idiota entregada: pone siempre las necesidades de otros por delante hasta que se apaga.

• Parásita emocional: termina dependiendo de quienes la rodean porque no se cuidó a tiempo.

Y lo más triste es que muchas mujeres pasan por las tres… sin darse cuenta.

La culpa: ese veneno silencioso

Nos han enseñado a sentir culpa por poner límites.
A pensar que ser buena es darlo todo.
Pero el cuerpo no se puede engañar.
Y cuando no lo escuchas, acaba rompiéndose.

Sí, el burnout también empieza así:
Con una sonrisa forzada.
Un “tranquila, ya me encargo yo”.
Y una espalda cargando más de lo que toca.

¿Cómo romper este patrón sin sentirte egoísta?

• Revisa tus creencias. ¿De dónde viene tu necesidad de darlo todo?

• Permítete parar. Descansar no es opcional. Es parte del camino.

• Aprende a cuidar sin desaparecer. Dar sin disolverse también es amor.

Mi propuesta: una psicología amable y eficaz

Soy Fátima Izquierdo. Psicóloga especializada en Psicología Positiva, neuroarquitectura y bienestar emocional.

Acompaño a mujeres que han sido demasiado buenas durante demasiado tiempo.
Y les enseño a ser egoístas bien.

Porque cuidarte no es dejar de amar a los demás.
Es dejar de olvidarte de ti.

Conclusión: No es egoísmo. Es responsabilidad emocional

Si no te eliges tú, nadie lo hará por ti.

No tienes que demostrar nada.
Ni aguantar más.
Ni convertirte en una versión agotada de ti misma para ser válida.

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