¿Te ha pasado alguna vez sentir que todo está correcto, pero nada te emociona?
¿Que la vida es funcional, pero no vibrante?
Eso tiene un origen. Y también una salida.
Nuestra forma de percibir el mundo no es neutral.
Está filtrada por creencias, emociones, hábitos y aprendizajes antiguos.
Y muchas veces, esa mirada “contaminada” es la que nos mantiene en una versión apagada de nosotras mismas.
Hace poco se ha publicado un estudio científico que lo ilustra de forma maravillosa.
Un equipo de la Universidad de Berkeley ha descubierto un color nuevo.
No está en el mundo físico.
No puede imprimirse.
No existe en ninguna pantalla.
Solo puede verse dentro del ojo humano, estimulando células receptoras con una precisión milimétrica.
A este nuevo color lo han llamado Olo.
Y lo fascinante no es solo el hallazgo.
Es lo que simboliza:
La posibilidad de descubrir nuevas dimensiones de la realidad solo cambiando la forma de mirar.
En consulta vemos esto cada semana.
Error común: “Yo ya me conozco”
Muchas mujeres viven con la sensación de que lo tienen todo bajo control.
Pero por dentro, sienten que algo no encaja.
No es tristeza. No es ansiedad. No es drama.
Es una especie de saturación baja en la vida emocional.
Y eso se refleja en síntomas como:
Apatía
Sensación de piloto automático
Dificultad para disfrutar el presente
Desconexión de sus verdaderos deseos
La solución no es empezar de cero.
Es aprender a mirar distinto.
Con la ayuda de la Psicología Positiva y la Neuroarquitectura, lo que trabajamos es esto:
Redibujar el mapa emocional.
Poner nombre a lo que sientes y distinguirlo con precisión.
Reconfigurar tu entorno.
Tu espacio puede ayudarte a sanar o a hundirte, según cómo esté diseñado.
Activar prácticas de bienestar concretas.
No es meditar por moda. Es sostener hábitos que elevan tu tono emocional diario.
Ampliar tu gama interna de colores.
Sentir más. Percibir más. Disfrutar más.
Ejemplo real (nombre omitido):
Una clienta describía su vida como “una película en blanco y negro”.
Después de cinco sesiones me dijo:
“Hoy he sentido ternura al desayunar sola. Como si alguien me acompañara por dentro”.
Esa ternura es un color emocional que había olvidado.
Y estaba dentro de ella.
Conclusión:
La ciencia ha confirmado que hay colores ocultos dentro del ojo humano.
Pero en psicología ya sabíamos que también los hay en el alma.
Colores emocionales que vuelven cuando aprendes a mirar con otros cristales.
Si sientes que estás lista para cambiar tu forma de ver el mundo, reserva una sesión de orientación por 25 € y empecemos ese viaje juntas.